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Gelatería

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El sabor de…

La heladería es el tesoro mejor guardado de Italia

sirviendo a una fiel clientela ya sea desde sus pequeñas furgonetas ambulantes, sus puestos encastados en la pared en los mercados o un simple establecimiento en las afueras de la ciudad. No obstante, detrás de una sencilla fachada se esconde la magia de una gran variedad de helados, granizados y sorbetes, junto con una cambiante selección de sabores que reflejan las estaciones del año y las últimas combinaciones exóticas de sus propietarios.

Las heladerías sirven los helados en conos o tarrinas y los italianos adoran los helados de vainilla y los de fruta natural. Los helados, a menudo elaborados con una desbordante imaginación, poseen un puesto de honor entre los postres, y las heladerías pueden hacerse famosas por uno de sus sabores, quizás una cassata siciliana con pistacho y fruta confitada, un limoncini alla crema (limón dulce) o un tartufo (vainilla cubierta de chocolate negro).

Las heladerías, debido a su popularidad, abren hasta muy tarde, ya que, para muchas familias, son una parada obligada en su paseo nocturno.

Cada bar posee una pequeña selección que siempre incluye chocolate y avellana, los sabores más básicos, mientras que en las heladerías pueden llegar a vender hasta 20 variedades. Los más espectaculares son los de fruta de colores intensos, que parecen sencillamente cucharadas de la misma fruta y pueden ir desde arándanos, frambuesas o higos hasta los dulces limones de Amalfi y diversas tonalidades de melón.

Los mejores helados suelen ser de producción propia, elaborados en el mismo establecimiento con ingredientes de temporada como las naranjas rojas sicilianas en invierno o los maduros melocotones en el calor del verano.